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martes, 6 de noviembre de 2012

FACES


La actividad continúa…si hasta el sábado estuvimos con el famoso uniforme para Amaía de Froggies pues hoy cambiamos de registro para zambullirnos de lleno en el mundo de los tocados, del pelo, de la belleza de la mujer, de la mano de Cecilia de Bottons…


Y es que estoy convencida de que las cosas llegan en su debido momento…hace tiempo que frecuento la peluquería Bottons y más de una vez me he referido a ella como un espacio, un lugar de mimos y cuidados no sólo para el pelo…Cecilia es un personaje de esos que ya desde un principio reconoces por esa curiosidad que delatan sus ojos, alguien con ganas de saber, de investigar, de mostrar, de compartir…y así lo deja claro en su peluquería, donde además de tintes, alisados, cortes …se cuecen muchas cosas y muchos proyectos… son de sobra  conocidos sus exposiciones y eventos de la mano también de Rubén…tándem singular pero perfecto donde los haya!


Entre tinte y tinte más de una vez pensaba lo que me gustaría exponer algunas de mis creaciones allí pero sabía que si debía ocurrir ya llegaría el momento oportuno…cuando un día no hace mucho tiempo Cecilia me dijo: “Bea, qué te parecería exponer aquí tus tocados?” así  que sin pensármelo mucho aquí estoy preparando una expo que tendrá lugar dentro de no tanto tiempo, para ser más exactas el lunes 26 de Noviembre.

Por este motivo me he puesto manos a la obra, a la obra significa escribir, dibujar, bordar, hacer collage, .....todo para preparar en sí la expo.



La exposición recibirá el nombre de FACES, me parece un nombre muy adecuado para lo que quiero transmitir…CARAS, cada uno tenemos una cara pero esa cara no está nunca en el mismo estado, la cara lo refleja todo, no puede guardar nada…pero la cara puede también ser sustancialmente alterada por el peinado y por el maquillaje y claro, por los adornos… he aquí una serie de post dedicados a este tema… 

El primer ornamento  sobre el que vamos a hablar es la MANTILLA ESPAÑOLA

Origen:

Los primeros velos y mantos que utilizaban las mujeres como adorno y como prenda de abrigo, son el origen de las primeras mantillas.




La evolución de esta prenda estuvo marcada por factores sociales, religiosos e incluso climáticos. En la zona norte se utilizaban tejidos tupidos con una finalidad clara: servir de abrigo. En la zona sur, se utilizaban tejidos con fines meramente ornamentales, como la seda. En ambos casos, podían ir finamente ornamentadas, las de "fiesta" que se lucían en ocasiones señaladas, o sencillamente adornadas, las de "diario". 
Poco a poco, empieza a extenderse el uso de esta prenda como ornamento, aunque habría que esperar hasta bien entrado el siglo XVIII para que la mantilla empiece a ser utilizadas por las clases más altas.




La reina Isabel II (1833-1868), muy aficionada al uso de tocados y diademas, empieza a popularizar el uso de la mantilla, costumbre que pronto adoptan las mujeres más cercanas a ella. Las damas cortesanas y de altos estratos sociales, comienzan a utilizar esta prenda en diversos actos sociales



Su uso, tiene un claro retroceso, a la muerte de la soberana, aunque mantiene un cierto arraigo en el centro y sur de la peninsula; se mantiene su uso, en lugares donde la utilización no tiene nada ver como prenda de abrigo sino meramente ornamental. Aun hoy en día perdura esta costumbre y es más fácil ver mantillas en el centro o sur de nuestro país que en la zona norte.

El reducido uso de la mantilla en épocas siguientes al reinado de Isabel II, tiene, entre otros motivos, su origen en el uso de otras costumbres que imponían los nuevos monarcas. Un hecho reseñable, es el conocido como "la conspiración de las mantillas". Una forma de protesta de las mujeres españolas frente a las nuevas costumbres extranjeras que parecían querer imponer Amadeo I rey de España (Amadeo de Saboya 1845-1890) y su esposa Maria Victoria. Amadeo I renunció al trono de España al cabo de poco tiempo (tres años aproximadamente), debido a la "ingobernabilidad" de los españoles.

A finales del siglo XIX y principios del XX, la mantilla deja de ser una prenda de uso "cotidiano" en eventos, y empieza su declive. Tan solo se conserva, una pequeña "mantilla" que suelen utilizar las señoras en la iglesia, a la que se la conocía como "toquilla" (pañuelo, generalmente triangular, que se ponen las mujeres en la cabeza)
Actualmente, la mantilla se puede ver, casi de forma exclusiva, en los toros, la Semana Santa y en las bodas. No es fácil verla en otros eventos o ceremonias.
Vestir la mantilla.
Para cualquier tipo de evento (boda, toros ...) la mantilla deberá contar con el largo adecuado a cada persona. Por la parte delantera, deberá contar con un largo hasta la altura de las manos, y por la parte trasera, un largo unos dedos por debajo de la altura de la cadera. Para evitar el "vuelo" de la mantilla, es conveniente sujetarla al vestido de forma discreta (generalmente por los hombros).

¿Qué tejido elijo?
Tiene varias opciones en función del presupuesto y del gusto personal:
- Blonda: es un tipo de encaje de seda, caracterizado por la utilización de grandes motivos, sobre todo florales, que se realizan en seda más brillante que el resto de la mantilla (que se suele realizar en seda mate, para hacer resaltar más los bordados). Tiene una característica muy peculiar, que son las ondulaciones de sus bordes, al que algunos autores han denominado "puntas de castañuelas" por su similitud con estas.

- Chantilly: como su nombre indica, utilizan un tejido proveniente de esta ciudad francesa, ligero y elegante. Al igual que el resto de las mantillas, suele estar profusamente bordado de diversos motivos.

- Tul: es un tejido delgado y transparente, de seda, hilo o algodón, y podemos decir que el tachado de más "corriente" para las mantillas. Suelen utilizarse a modo de imitación de las mantillas de blonda y chantilly. Son las conocidas mantillas de encaje.

En cuanto a la peineta, deberemos decantarnos por una adecuada a nuestra altura y la de nuestra "pareja", si vamos acompañadas. Las mejores son las de carey, aunque hay otras variedades. Si somos bajitas, podemos optar por una peineta alta, aunque son más difíciles de llevar. Si somos altas, y de cara alargada, podemos optar por una peineta más baja ( y mucho más cómoda de llevar). En todo caso, hay que ajustarla bien al moño y cubrirla de forma correcta y bien equilibrada con la mantilla.

Y para lucirla en la boda, unos consejos. Si la boda es durante el día, luciremos la mantilla, con traje corto o cóctel. Y si la boda es por la tarde-noche, la misma solo será vestida con traje largo. Hay que tener en cuenta dos cosas: solo se viste en ceremonias religiosas (si la boda es civil, lo mejor es olvidarnos de la mantilla), y en bodas de cierta etiqueta (cuando viste traje de gala o chaqué, el novio). Y por último, los colores. Según marca la tradición, la mantilla blanca o marfil, solo la visten las solteras, y la mantilla negra, queda reservada para las casadas



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